La primera acepción se utiliza
habitualmente en Ecología. La segunda acepción, más restringida, se refiere a
la biomasa 'útil' en términos energéticos: las plantas transforman la energía
radiante del Sol en energía química a través de la fotosíntesis, y parte de esa
energía química queda almacenada en forma de materia orgánica; la energía
química de la biomasa puede recuperarse quemándola directamente o
transformándola en combustible
Otro equívoco muy común es utilizar
'biomasa' como sinónimo de la energía útil que puede extraerse de ella, lo que
genera bastante confusión debido a que la relación entre la energía útil y la
biomasa, son muy variable y depende de innumerables factores. Para empezar, la
energía útil puede extraerse por combustión directa de biomasa (madera,
excrementos animales, etc.), pero también de la combustión de combustibles
obtenidos de ella mediante transformaciones físicas o químicas (gas metano de
los residuos orgánicos, por ejemplo), procesos en los que 'siempre' se pierde
algo de la energía útil original. Además, la biomasa puede ser útil
directamente como materia orgánica en forma de abono y tratamiento de suelos
(por ejemplo, el uso de estiércol o de coberturas vegetales). Y por supuesto no
puede olvidarse su utilidad más común: servir de alimento a muy diversos
organismos, la humanidad incluida. La biomasa de la madera, residuos agrícolas
y estiércol continúa siendo una fuente principal de energía y materia útiles en
países poco industrializados
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